Nació el 21 de septiembre de 1905 en el Barrio Carraízo de Trujillo Alto, Puerto Rico. Hija de Juan Manuel Díaz Ramos y Librada Hernández Pastrana. A pesar de ser hija de familia propietaria de tierras agrícolas y relativamente acomodada, desde joven se identificó como una amiga y defensora de los menos afortunados.
El 4 de mayo de 1925 contrajo nupcias con Don Félix Aniceto Díaz Morales y estableció residencia en el Barrio Cuevas de Trujillo Alto. El matrimonio procreó a Félix Manuel, María Monserrate y Rafael Ángel. Ferviente defensora de los derechos, a principios de la década de los 30 obtuvo su licencia de conducir. Su primer vehículo fue un Ford del año 1928.
En el año 1941, comenzó su carrera en el servicio público, ocupando el cargo de Tesorera/Directora Escolar, el cual desempeño ejemplarmente durante más de 20 años. Con deseos de servir a su querido pueblo de una forma más directa y activa, en las Elecciones de 1960 lanzó su candidatura para la posición de alcaldesa y salió electa. El 8 de enero de 1961 tomó posesión del cargo, convirtiéndose en la primera mujer electa al cargo de alcaldesa en la historia de Trujillo Alto.
Durante su incumbencia, el municipio trujillano fundamentalmente agrícola, vivió una transformación, convirtiéndose en un pueblo moderno, vibrante y de vertiginoso crecimiento económico. Durante esa época, el equipo de gobierno municipal bajo el liderazgo firme y visión clara de Doña Isabel, desarrolló importante programas sociales, culturales y obras públicas. Se extendió por todos los barrios el programa de acueductos rurales y los servicios de recogido de desperdicios. También, se mejoraron notablemente los servicios de salud pública y hospitalaria y se construye la primera urbanización pública para las familias de escasos recursos económicos. Todas esas obras, culminan con la integración formal del pueblo de Trujillo Alto, a lo que hoy se considera la gran área metropolitana.
La vocación de servicio y la preocupación por el bienestar de sus conciudadanos, se reflejó en numerosas ocasiones en donde Doña Isabel en momentos de emergencia aseguraba fondos gubernamentales para organizar un programa de ayuda de alimentos y materiales para la construcción para familias afectadas. También, en ocasiones viajaba a altas horas de la noche manejando personalmente la ambulancia municipal llevando enfermos graves a hospitales y atendiendo partos en los barrios más alejados del municipio. A su vez, atendía público a todas horas del día y de la noche en su casa en el Barrio Las Cuevas para administrar inyecciones, resolver problemas o simplemente para que los escuchara como sólo ella sabía hacerlo.
Impactada su salud por una afección cardiaca, Doña Isabel optó por no postularse a la reelección en las elecciones de 1964. Sin embargo, aún con mucha energía y deseos de continuar sirviendo, formó parte de la Asamblea Municipal, donde ocupó el cargo de Presidenta de la misma hasta su retiro definitivo de la vida pública a finales de 1968.
Asidua a la lectura nocturna y al cigarrillo, sufrió un lamentable accidente en la madrugada, cuando su habitación se llenó de humo proveniente de un incendio en la cama. Desorientada, trató de escapar de la habitación pero sufrió una caída en la que perdió el conocimiento y sucumbió asfixiada el 8 de abril de 1971.
Siguiendo sus deseos expresos y con el propósito de que los trujillanos de todos los estratos sociales la pudieran acompañar en su última jornada, su cuerpo fue velado en el hogar que ocupó durante más de 45 años en el Barrio Las Cuevas. La multitudinaria procesión funeraria, cargada de miles de flores y con una ceremonia oficial en la alcaldía del pueblo, ha sido una de las más impresionantes demostraciones públicas de cariño de las que se tengan memoria en Trujillo Alto.
ISABEL DIAZ HERNÁNDEZ
TRUJILLO ALTO
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